lunes, 27 de marzo de 2006

En busca del sentido perdido (Capítulo 1)

Parafraseamos a Proust, pero aquí la búsqueda no es la del tiempo, sino la del sentido perdido, u oculto. El sentido de lo que está sucediendo, de lo que ocurre en el hoy, pues lo hacemos desde la perspectiva periodística cuyo objeto de conocimiento es la actualidad. Y desde la del periodismo interpretativo, cuyo objeto es el sentido. Investigarlo y comunicarlo. Pues interpretar es leer la realidad como si fuera un código, y encontrarle un sentido y comunicarlo. Interpretar es construir sentido.

Vamos a lo más básico, el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) dice que interpretar es "explicar o declarar el sentido de una cosa, y principalmente de textos faltos de claridad". Y agrega: "Explicar, acertadamente o no, acciones, dichos o sucesos que pueden ser entendidos de diferentes modos".

Imaginemos algo tan simple como una ventana prefabricada apoyada en el tronco de un árbol. Ustedes son una suerte de extraterrestres que no tienen ningún conocimiento previo sobre ese tipo de estructura cuadrada, subdividida en cuadrados más pequeños que están rellenos de un elemento transparente llamado vidrio. Vista así (fuera de su contexto) la ventana es una incógnita que nos provoca incertidumbre. Ni siquiera sabemos que su nombre es ventana. ¿Es simplemento eso? ¿Qué utilidad tiene? Parece algo absurdo. No tiene sentido.

Sin embargo, si luego la observamos en relación con con otros objetos: cimientos, piso, cielo raso, techo, puerta, etc., cumpliendo allí una función: servir de paso de la luz hacia el interior de ese sistema mayor llamado casa, a la vez que impidiendo la entrada del viento, deja de ser una cosa absurda y sí tiene sentido. El ser o constituir una ventana.

Este ejemplo nos permite aproximarnos a seis dimensiones (y no necesariamente las únicas) de la noción de "sentido". El sentido tiene una dimensión relacional (la cosa es observada y comprendida en relación con otras cosas que componen una totalidad, llámese ésta conjunto o sistema) y una dimensión funcional (existe allí para un propósito al servicio de la totalidad en la que está inserta). El sentido de una ventana sólo brota de su relación con los otros componentes del sistema casa (de su contexto) y de la función que allí desempeña. Pero si la relacionamos en su posición actual, apoyada en el objeto árbol, en un sitio donde se labora en la construcción de una vivienda, también le encontramos un sentido, otro: está allí apoyada para evitar que se dañe y en espera de ser colocada en la casa. Su contexto en este caso es una construcción en proceso. Si quien la ha apoyado allí no es un obrero sino un pintor que la rescató de un basural y está de pie a unos metros de distancia junto a un atril y un lienzo pintando un cuadro, otro diferente será el sentido. Ahora su contexto es el de la elaboración de una obra de arte. En los tres casos hay diferentes dimensiones relacionales y funcionales de la que brota el sentido. Una misma acción, un mismo suceso o una misma cosa, puede adquirir diversos sentidos según la contextualización que realice el observador y las funciones que le asigne. De la función propiamente de ventana, este objeto ha paso a tener una función de modelo de un pintor. Es decir, hay también en el sentido una dimensión plural, equivalente a la de una "obra abierta" (Eco).

La cuarta dimensión: el sentido es de naturaleza subjetiva pues no existe por fuera del sujeto que realiza el acto de conocimiento, es una existencia cognitiva: una construcción mental en el observador. Un modelo mental. Por más que se busque el sentido entre los componentes de la casa del ejemplo, jamás lo vamos a encontrar. El sentido se realiza y anida en la mente del que observa aquella ventana situada en una casa.

La quinta dimensión, muy ligada con la anterior: la dimensión relativa-informacional del sentido. El sentido no es objetivo en el sentido filosófico metafísico, sino relativo. No es el ser ni la esencia de la cosa. Porque esta cosa cuya esencia sería "ser ventana" puede con la misma propiedad y sin desvirtuarse "ser modelo de un pintor". No depende de un supuesto plano ontológico de la existencia. El sentido es, existe, sólo si el observador declara su existencia. Depende del observador-participante humano, histórica y socialmente situado: distinto era el sentido de la cosa fuego para un cavernícola de alguna era del hielo (para quien en el uso del fuego tan difícil de conseguir y mantener encendido se le iba la vida), que el que tiene para un exquisito burgués del siglo XXI que lo contempla en la chimenea de su living room bebiendo un tibio coñac de antigua cosecha (a lo sumo a éste, si se apaga, se le va un poco de placer). Tiene que ver el sentido, desde la posición del sujeto observador-participante con las categorías valor situacional y valor en juego que usa Robert Escarpit en su teoría de la información.


Una sexta dimensión es su carácter discursivo y por lo tanto objetivo. En el discurso encontramos la dimensión objetiva del sentido. El pensamiento ocurre y se materializa en el lenguaje. Y tanto en la dimensión individual como social del lenguaje. En la dimensión individual del lenguaje, el sujeto aparece ilusoriamente como fuente única del sentido, error en el que podríamos incurrir si otorgamos un modo absoluto a la dimensión subjetiva arriba reseñada. Si bien es el sujeto el origen inmediato del sentido en sus actos cognitivos que son individuales, este origen individual inmediato es dependiente en alto grado de la dimensión social del lenguaje como "práctica social institucionalizada" (Gilberto Giménez: 144-145). Esta práctica es el discurso, el que materializa un sistema cultural de creencias, conocimientos, valores, normas y actitudes, al interior de un sistema y proceso societal (con el que interactúa) y que se presenta ritualizado y regulado en situaciones coyunturales determinadas, manifestándose en "textos" (sus manifestaciones concretas orales o escritas, audiovisuales o multimediales, analógicas o digitales, con principio y fin). En un sentido amplio, podemos considerar "textos" a los actos o comportamientos, a los sucesos, sean estos individuales o colectivos. En esta perspectiva, el sentido adquiere una dimensión objetiva, independiente, aunque no desvinculada, del sujeto; esta objetividad nace del carácter intersubjetivo (social, cultural) del discurso.

Esta breve exploración del interpretar como construcción de sentido como un fenómeno relacional y funcional, plural, subjetivo, relativo y a la vez objetivo, nos remite a la necesidad de un enfoque multidisciplinario para poder comprenderlo, enfoque en el que necesariamente convergen la linguística y la sicología cognitiva, la semiótica y la pragmática, la antropología y la sociología, sin dejar de lado la filosofía y las matemáticas, la historia, sin duda, así como teorías, métodos y técnicas propias de las mismas.

Abordar el periodismo interpretativo como una búsqueda y comunicación del sentido de la actualidad, es pues una tarea compleja que supera con mucho enfoques técnicos y reduccionistas tales como definirlo simplemente como organizador, sintetizador y orientador ante el tremendo flujo informativo. No un digestor de información. Para ello no se requieren periodistas sino amanuenses y resumidores. El periodista interpretador es (debería ser) un productor de conocimiento. Y ello lo eleva (elevaría) al nivel de un científico social. ¿Que el periodismo interpretativo que se realiza en los medios dista mucho de este deber-ser aquí apenas reseñado? Sin duda. Lo que no implica que en algunos casos se realice así y hasta con maestría. La responsabilidad de que así sea depende de tres factores principales: de la universidades que forman periodistas, de las empresas que los emplean y pautean, y de los propios profesionales y su capacidad de formarse más allá de las mallas curriculares y de actuar de modo autónomo.

Bibliografía recomendada:
-Gilberto Giménez, Poder, estado y discurso. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1989.
-Thomas Hardy y Richard Jackson, Aprendizaje y Cognición, Pearson-Prentice Hall, Madrid 1998.
-Teun A. van Dijk, Ideología, Gedisa, Barcelona, 1999.
-Humberto Eco, Obra Abierta, Planeta-Agostini, Barcelona, 1984.
-Robert Escarpit, Teoría de la Información y Práctica Política, F.C.E., México 1983

(Marzo 27, 2006)



2 comentarios:

Blogger Dairon Rodríguez ha dicho...

Si el sentido de la actualidad (lo que es) depende del sujeto que la enuncia, ¿por qué habría de interesarme el sentido que le puedan dar otras personas si al fin y al cabo mi lectura o interpretación de los hechos es tan válida como la de cualquier otro??

17 de agosto de 2009, 17:08  
Blogger Jorge Manrique Grisales ha dicho...

Hola apreciado Juan Jorge.... Después de tantos años te encuentro en la academia, uno de los destinos de los reporteros. En este momento estoy vinculado a la Universidad Javeriana de Cali. Me gustó mucho este trabajo y estoy interesado en saber si se publicó físicamente y si es así como hago para obtenerlo. Un abrazo,

Su colega Jorge Manrique Grisales
Cali, Colombia.
Mi correo jorgeperiodista@gmail.com

25 de agosto de 2011, 17:10  

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